“Sobre el papel no parecia nada, un comienzo simple, casi cómico… Una cadencia: fagots, clarinetes… igual que una caja de ruidos. Luego, de repente, imponiéndose… un oboe… una sola nota mantenida en el aire. Hasta que el clarinete toma el relevo… La dulcifica y la convierte en una frase deliciosa. Aquello no lo compuso un simple mono amaestrado. Era una música que yo no había oído… Henchida de anhelo, de un insaciable anhelo… A mí me parecía oír con ella la voz de Dios. Pero por qué, por qué había elegido dios a tan obsceno ser como instrumento suyo. Aquella obra tenía que ser un accidente. tenía que serlo.
Salieri descubre a Mozart
Monologo
“Sobre el papel no parecia nada, un comienzo simple, casi cómico… Una cadencia: fagots, clarinetes… igual que una caja de ruidos. Luego, de repente, imponiéndose… un oboe… una sola nota mantenida en el aire. Hasta que el clarinete toma el relevo… La dulcifica y la convierte en una frase deliciosa. Aquello no lo compuso un simple mono amaestrado. Era una música que yo no había oído… Henchida de anhelo, de un insaciable anhelo… A mí me parecía oír con ella la voz de Dios. Pero por qué, por qué había elegido dios a tan obsceno ser como instrumento suyo. Aquella obra tenía que ser un accidente. tenía que serlo.
“Sobre el papel no parecia nada, un comienzo simple, casi cómico… Una cadencia: fagots, clarinetes… igual que una caja de ruidos. Luego, de repente, imponiéndose… un oboe… una sola nota mantenida en el aire. Hasta que el clarinete toma el relevo… La dulcifica y la convierte en una frase deliciosa. Aquello no lo compuso un simple mono amaestrado. Era una música que yo no había oído… Henchida de anhelo, de un insaciable anhelo… A mí me parecía oír con ella la voz de Dios. Pero por qué, por qué había elegido dios a tan obsceno ser como instrumento suyo. Aquella obra tenía que ser un accidente. tenía que serlo.