MOMENTO DE DECISIÓN

 Emma:           (Al barman) Champagne, por favor

 

Deedee:        ¿Te acuerdas de los cuentos de hadas que nos turnábamos para leerle a Emilia? ¿Cómo el de las dos princesas? Cada vez que una abría la boca, salían diamantes y rubíes. Cada vez que la otra abría la boca salían ranas y sapos. Ranas y sapos saliendo.

 

Emma:           Uno de esos pequeños sapos ya hizo una aparición.

 

Deedee:        ¿En serio? ¿Cuándo?

 

Emma:           En mi camerino. Cuando dijiste que no debería haberle comprado ese vestido a Emilia. Dos veces lo dijiste. Justo antes de una representación... Que bailé mejor esta de lo que lo había hecho en años.

 

Deedee:        Eso dicen.

 

Emma:           ¿Ah, otro sapito! Embotellaste unos cuantos durante todos estos años. ¿no?

 

Deedee:        Oh, embalsamado, en realidad.

 

Emma:           Creo que no. ¿Por qué no los dejas salir? Yo no tengo función mañana.

 

(Deedee deja el vaso y estira los brazos hacia delante con los puños cerrados)

 

Deedee:        Esta bien. Elige.

 

(Emma deja el vaso y señala un puño. Deedee lo abre)

 

Deedee:        Ah, uno chiquitito, casi lo había olvidado. ¿Por qué hiciste que tu mejor amiga dudará de si misma y de su marido, Emma? ¿Por qué arruinaste su matrimonio? ¿Por qué dijiste: “Mejor ten el bebé. Es la única manera que tienes para conseguir a Wayne”? Solo siento curiosidad.

 

Emma:           Tienes una curiosa memoria, pero ¿no la tenemos todos? Como yo lo recuerdo, dije que si tenías un aborto, podías perder a Wayne.

 

Deedee:        Dulce, pero incorrecta. Yo recordé tus palabras exactas durante todos estos años. Finalmente, descubrí por qué las dijiste. Porque también dijiste: “Olvídate del Michael´s Ballet, va a haber otros” ¡Tan astuta, piececitos de oro! Tu sabías que un ballet como ese se da una vez en la carrera. Lo querías desesperadamente y mentiste para asegurarte de que lo tendrías.

 

Emma:           Nunca tuve que mentir para obtener lo que quise, Deedee, soy demasiado buena.

 

Deedee:        ¿En serio?

 

Emma:           Oh, si.

 

Deedee:        Bueno, supongo que si dijeras “mierda” lo dirías en francés.

 

Emma:           Si esa palabra me surgiera tan fácilmente como a ti, ya la habría usado varias veces, en castellano. Yo creo que es más apropiado que te la digas a ti misma, por tratar de culparme por lo que hiciste, por ejemplo. La elección fue tuya. Es muy tarde para arrepentirse ahora, Deedee.

 

Deedee:        Lo mismo para ti, Emma querida.

 

Emma:           Sin duda, yo no lamento mi vida.

 

Deedee:        Entonces ¿Por qué tratas de ser madre a tu edad?

 

Emma:           Oh, ese no es un sapito, es una rana bastante grande. No quiero ser la madre de nadie. Pienso en Emilia como en una amiga. Y una de las razones por las que traté de ayudar ¡Que estúpida! fue porque pensé que te haría feliz que tu hija fuera lo que tu quisiste y no pudiste ser.

 

Deedee:        Refiriéndote a ti. Es tan bonito ser tu.

 

Emma:           Obviamente tú crees eso.

 

Deedee:        ¡Oh no, no, no, no!

 

Emma:           ¿No, no, no, no?

 

Deedee:        No. Y dudo que Emilia pueda ser como tu, tiene tanto talento como tu, trabaja tanto como tu, pero hay una cosa, querida, que tu eres y que ella, pobrecita, no lo es.

 

Emma:           Te suplico que me digas que es.

 

Deedee:        Despiadada. Eres capaz de pasar por encima de cualquiera, pero eso ni si quiera te quita el sueño. Eso es lo que te llevó donde estás Emma.

 

(Sonríe encantadoramente, Emma le devuelve la sonrisa, termina su copa, le da el vaso al barman, sigue sonriendo hasta que se lo vuelve a llenar, y lo levanta. Ambas sonríen, casi ríen cuando Emma mira el trago, mira a Deedee y le tira el champagne a la cara. Después Deedee apoya el vaso.)

 

Deedee:        Buena chica.

 

(Coge su bolso y se va hacia la salida. La fría reacción de Deedee enfurece a Emma. Deja su vaso y va detrás de Deedee, a la terraza)

 

Emma:           Estoy harta de tus celos y tu resentimiento.

 

Deedee:        Yo también.

 

Emma:           Entonces deja de culparme por tu mierda de vida. Tú la elegiste.

 

Deedee:        Tú lo hiciste. Me quitaste la elección, no me diste la oportunidad de averiguar si era buena.

 

Emma:           Te lo puedo decir ahora: no lo eras. Tú lo sabías y por eso te casaste con Wayne.

 

Deedee:        Lo quería.

 

Emma:           ¿Tanto como para mandar a la mierda tu carrera?

 

Deedee:        ¡Si!

 

Emma:           Miéntete a ti misma, pero no a mi. Te casaste porque sabías que eras de segunda. ¡Y te embarazaste porque Wayne era bailarín y antes del musical Eliot eso significaba ser maricón!

 

Deedee:        ¡No lo era!

 

Emma:           ¿Todavía tienes miedo de que alguien lo crea? ¡Estabas aterrorizada! Tenías que probar que él era un hombre ¡Por eso tuviste un bebé!

 

Deedee:        Eso es una mentira de mierda

 

Emma:           ¡Eso es una verdad de mierda! ¡Lo ataste con un bebé y arruinaste su carrera! Y ahora que ella es mayor y mejor bailarina que tu ¡Estás celosa!

 

Deedee:        Eres una mentirosa. Harías cualquier cosa como excusa.

 

Emma:           ¿Y esto es una excusa para qué?

 

Deedee:        ¡Para robarme a mi hija!

 

Emma:           ¡Te devuelvo el cumplido: tú eres la mentirosa!

 

Deedee:        Y usas a la gente ¡Lo hiciste toda la vida! A mi, a Michael – fingiendo que lo querías – Adelaide, ahora a Emilia.

 

Emma:           ¿Cómo a Emilia?

 

Deedee:        “Como a Emilia” El despliegue que hiciste hace 5 minutos: reverencia, aplauso Abrazo Para ti, no para ella. La usas para que todo el mundo diga: “Emma es tan grande, Emma es tan magnífica”

 

Emma:           ¡Falso!

 

Deedee:        ¡Eres magnífica! ¡Eres asombrosa! Es increíble como sigues. Estas del otro lado de la montaña; lo sabes y estás aterrorizada. Todo lo que tienes son los álbumes de recorte, tus viejas zapatillas y esos estúpidos y ridículos perros ¿Con qué te vas a llenar ahora?, ¿con Emma? No con mi hija. ¡Saca tus asquerosas manos de ella!

 

Emma:           Soy mejor para ella que tú.  Ella me buscó a mí porque su madre no estaba. Su madre estaba demasiado preocupada retorciéndose el cerebro.

 

Deedee:        ¡Hija de puta!

 

                        (Le pega a Emma con la cartera. Se pelean a carterazos. Terminan exhaustas y se quedan paradas respirando fuerte. Deedee, sonríe.)

 

 

Deedee:        Si hubiera un fotógrafo a mano, tendrías una nueva carrera.

 

Emma:           Debo estar horrible

 

Deedee:        No, guapísima, no sé como lo haces.

 

Emma:           (Saca un espejo y se mira) Si me prestaras un peine, te enseño. ¡Ah, perdí un pendiente!

 

Deedee:        (Dándole el peine) Lo siento.

 

Emma:           Yo no

 

Deedee:        ¿En serio?

 

Emma:           Si

 

                        (Emma devuelve el peine y empiezan a caminar buscando el pendiente. Ahora están tranquilas)

 

Deedee:        Los celos son veneno. Te transforman en un monstruo.

 

Emma:           Bueno, hace que uno sea injusto. (Sonríe) Dos.

 

Deedee:        ¿Dos?

 

Emma:           Yo también.

 

Deedee:        Dijiste algunas bastante buenas. ¡Oh, mira!

 

                        (Encuentra el pendiente y se lo da a Emma)

 

Emma:           ¿Cómo llegó hasta aquí? Gracias.

 

Deedee:        Me diste unos buenos golpes

 

Emma:           Tu también

 

Deedee:        ¿Nos sentamos?

 

Emma:           Por favor. (Se sientan). No recuerdo que fue lo que dije con respecto a tener el bebé. Pero sé que hubiera hecho cualquier cosa para asegurarme la entrada al ballet... tenía que hacerlo. Deedee, tenía que hacerlo.

 

Deedee:        Dios mío. Oh, Emma, Emma, yo no sabía cuanto deseaba oírte decir eso. ¡Tomemos algo!

 

Emma:           ¡Absolutamente!

 

(Se levantan y se toman del brazo)

 

Emma:           Es sano.

 

Deedee:        Seguro

 

Emma:           Me alegra que venga Wayne

 

Deedee:        A mi también....

 

Emma:           ¿Como va todo? (Deeedee hace un gesto de asco) Eso es mierda en francés (Emma se levanta)

 

Deedee:        ¿No volverás a la fiesta, ¿no?

 

Emma:           Tengo que hacerlo

 

Deedee:        Dios, ¡qué energía! Llámame cuando te despiertes. Sí, no antes.

 

FIN