El Perro del hortelano Lope de Vega (Diana y Teodoro 1)

 

DIANA

Hame dicho cierta amiga

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que desconfía de sí

 

que el papel que traigo aquí

 

le escriba. A hacerlo me obliga

 

la amistad, aunque yo ignoro,

 

Teodoro, cosas de amor,

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y que le escribas, mejor,

 

vengo a decirte, Teodoro.

 

Toma y lee.

 

TEODORO

Si aquí,

 

señora, has puesto la mano,

 

igualarle fuera en vano

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y fuera soberbia en mí.

 

Sin verle pedirte quiero

 

que a esa señora le envíes.

 

DIANA

Léele.

 

TEODORO

Que desconfíes

 

me espanto. Aprender espero

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estilo, que yo no sé,

 

que jamás traté de amor.

 

DIANA

¿Jamás, jamás?

 

TEODORO

Con temor

 

de mis defetos no amé,

 

que soy muy desconfïado.

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DIANA

Y se puede conocer

 

de que no te dejas ver,

 

pues que te vas rebozado.

 

TEODORO

¿Yo, señora? ¿Cuándo o cómo?

 

DIANA

Dijéronme que salió

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anoche acaso, y te vio

 

rebozado el mayordomo.

 

TEODORO

Andaríamos burlando

 

Fabio y yo, como solemos,

 

que mil burlas nos hacemos.

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DIANA

Lee, lee.

 

TEODORO

Estoy pensando

 

que tengo algún envidioso.

 

DIANA

Celoso podría ser.

 

Lee, lee.

 

TEODORO

Quiero ver

 

ese ingenio milagroso.

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«Amar por ver amar envidia ha sido,

 

y primero que amar estar celosa

 

es invención de amor maravillosa

 

y que por imposible se ha tenido.

 

De los celos mi amor ha procedido

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por pesarme que, siendo más hermosa,

 

no fuese en ser amada tan dichosa

 

que hubiese lo que envidio merecido.

 

Estoy, sin ocasión, desconfïada,

 

celosa sin amor, aunque, sintiendo,

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debo de amar, pues quiero ser amada.

 

Ni me dejo forzar, ni me defiendo;

 

darme quiero a entender sin decir nada:

 

entiéndame quien puede; yo me entiendo.»

 

DIANA

¿Qué dices?

 

TEODORO

Que si esto es

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a propósito del dueño,

 

no he visto cosa mejor,

 

mas confieso que no entiendo

 

como puede ser que amor

 

venga a nacer de los celos,

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pues que siempre fue su padre.

 

DIANA

Porque esta dama sospecho

 

que se agradaba de ver

 

este galán sin deseo

 

y, viéndole ya empleado

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en otro amor, con los celos

 

vino a amar y a desear.

 

¿Puede ser?

 

TEODORO

Yo lo concedo;

 

mas ya esos celos, señora,

 

de algún principio nacieron,

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y ese fue amor, que la causa

 

no nace de los efetos,

 

sino los efetos della.

 

DIANA

No sé, Teodoro, esto siento

 

desta dama, pues me dijo

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que nunca al tal caballero

 

tuvo más que inclinación

 

y, en viéndole amor, salieron

 

al camino de su honor

 

mil salteadores deseos

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que le han desnudado el alma

 

del honesto pensamiento

 

con que pensaba vivir.

 

TEODORO

Muy lindo papel has hecho.

 

Yo no me atrevo a igualarle.

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DIANA

Entra y prueba.

 

TEODORO

No me atrevo.

 

DIANA

Haz esto, por vida mía.

 

TEODORO

Vusiñoría con esto

 

quiere probar mi ignorancia.

 

DIANA

Aquí aguardo; vuelve luego.

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TEODORO

Yo voy.